Asómate a la luna llena
que desde su esbelta desnudez teje poemas con suspiros,
y dile que estoy escondido
jugando con las sombras de esta primavera de abril.
Dile que no me espere mañana tras la torre del campanario
ni que me busque de madrugada por las costuras de los recuerdos,
que su curva femenina no provoque más el punto débil de mi alma.
Dile a la luna que me rindo
porque estoy hirviendo en el luto de la nostalgia
y sorbo mis propios ahíncos para evocar perfumes de silencio
que se mecen lentamente,
lentamente, en el agua,
pero llévale un guiño que extraje del bolsillo secreto de mi infancia
y unos versos rotos colocados con mucho mimo, con tan solo palabras.
Dile que me marcho sin miedo por el zaguán de los deseos
a pintar atardeceres
como un vagabundo sin cuento
y que esta noche buscaré mi cordura
por las esquinas del tiempo que ya viví
que después de muchas lunas
y senderos recorridos,
dile
que yo sigo embriagado de ti.
Antonio Marazuela