Carta de un hijo

“CARTA DE UN HIJO A TODOS LOS PADRES DEL MUNDO”

No me grites
Te respeto menos cuando lo haces. Y me enseñas a gritar a mí también y yo no quiero hacerlo.

Trátame con amabilidad y cordialidad igual que a tus amigos
Que seamos familia, no significa que no podamos ser amigos.

Si hago algo malo, no me preguntes por qué lo hice
A veces, ni yo mismo lo sé.

No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por ti (aunque sea para sacarte de un apuro). Haces que pierda la fe en lo que dices y me siento mal.

Cuando te equivoques en algo, admítelo
Mejorará mi opinión de ti y me enseñarás a admitir también mis errores.

No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos
Si me haces parecer mejor que los demás, alguien va a sufrir (y si me haces parecer peor, seré yo quién sufra).

Déjame valerme por mí mismo
Si tú lo haces todo por mí, yo no podré aprender.

No me des siempre órdenes
Si en vez de ordenarme hacer algo, me lo pidieras, lo haría más rápido y más a gusto.

No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer
Decide y mantén esa posición.

Cumple las promesas, buenas o malas
Si me prometes un premio, dámelo, pero también si es un castigo.

Trata de comprenderme y ayudarme
Cuando te cuente un problema no me digas: “eso no tiene importancia…” porque para mí sí la tiene.

No me digas que haga algo que tú no haces
Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no me lo digas. Pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.

No me des todo lo que te pido
A veces, sólo pido para ver cuánto puedo recibir.

Quiéreme y dímelo
A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo.

 

 

Evolución de los miedos

EVOLUCIÓN DE LOS MIEDOS EN LA INFANCIA:

De 0 a dos años:  

  • pérdida de sustentación.
  • Ruidos fuertes.
  • Extraños.
  • Separación de los padres.

De 3 a 5 años: 

  • Disminuyen: el miedo a la pérdida de sustentación, y a los extraños.
  • Se mantienen: miedo a los ruidos fuertes, separación, animales y oscuridad.
  • Aumentan: Miedo al daño físico, a los disfraces.

De 6 a 8 años: 

  • Disminuyen: el miedo a los ruidos fuertes, a los disfraces.
  • Se mantienen: Miedo a la separación, animales, oscuridad, daño físico.
  • Aumentan: miedo a los seres imaginarios, tormentas, soledad, a la escuela.

De 9 a 12 años: 

  • Disminuyen: el miedo a la separación, oscuridad, soledad, a los seres imaginarios.
  • Se mantienen: animales, daño físico, tormentas.
  • Aumentan: Miedos escolares (suspensos, castigos, etc) a la muerte, al rechazo social, al aspecto físico por rechazo.
  • De 13 a 18 años: 
  • Disminuyen: el miedo a las tormentas.
  • Se mantienen: el miedo a los animales. al daño físico.
  • Aumentan: Miedos escolares, aspecto físico, miedo en las relaciones sociales, a la muerte.

 

Antonio Marazuela Llorente

 

 

El aprendizaje de las normas

EL APRENDIZAJE DE LAS NORMAS: 

De 0 a tres años: es un periodo fundamental para el aprendizaje de los límites ya que se sientan las bases educativas futuras. Las normas giran en torno a los hábitos y las rutinas: alimentación, aseo, sueño, juego, comportamiento, orden.

Antes del primer año, aunque no entiende lo que se le dice atiende al tono de voz y reacciona ante él.

A partir del primer año se vuelven muy exploradores, intentando descubrir todo lo que les rodea, tocándolo, chupándolo, manipulándolo.

A partir de 18 meses: es capaz de atender a órdenes bastante concretas: “recoge, busca, cierra”.

De los dos a tres años: se oponen de forma muy frecuente a las normas y límites, pueden aparecer las rabietas. La desobediencia no esconde una doble intención en el niño sino que responde más bien a una necesidad, la de afirmarse y ser diferente, la de saber cuáles son los límites y hasta donde puede llegar. A esta edad pueden: vestirse solos, colaborar en el baño, recoger la ropa sucia. Recoger sus juguetes.

De los tres a los seis años: la mejor forma de aprender es con hechos, observando y acompañándolo para que aprende viéndonos. No dar demasiadas órdenes juntas sino de una en una. Reforzar siempre que haga el comportamiento deseado. Incorporar nuevas responsabilidades cada vez más complejas de acuerdo a sus habilidades. Es un buen momento para fijar las normas de convivencia con los hermanos.

Pueden: poner y recoger la mesa, regar las plantas, ayudar en la cocina, limpiar el polvo, escribir la lista de la compra, hacer su cama. Los padres acompañan el aprendizaje de las tareas pero no se las harán.

A partir de los seis años: es un buen momento para recoger los frutos sembrados antes o para afianzar y consolidar lo aprendido. Puede ser el momento de los pactos o alternativas a diferentes normas. (Termina las tareas y puedes jugar un rato).

Adolescencia: se amplia el margen de negociación sólo en base a la asunción de responsabilidades en el comportamiento. Las conductas de rebeldía sólo son formas de mostrar la necesidad de su espacio personal y  de su identidad no han de ser traducidas como actos de confrontación hacia los padres y cualquier figura de autoridad. Pero los adolescentes deben saber que sigue existiendo una jerarquía, una autoridad y unas reglas de juego en la convivencia familiar en beneficio de todos. Deben saber que su comportamiento conlleva consecuencias tanto para él como para el resto de la familia.

Antes de dar una orden: 

  • Tener claro lo que se pide.
  • Trasmitir seguridad, firmeza y autoridad.
  • Mantener el contacto visual y prestar atención a nuestro lenguaje gestual.
  • No gritar, descalificar o menospreciar. No reírse mientras damos la orden.
  • No amenazar ni chantajear con el cariño.
  • Hablar despacio para ser entendidos sin duda.
  • Sin claros, sin titubeos ni rodeos.
  • Limitar el número de instrucciones.
  • Repetir si es necesario el mensaje.
  • Formular la orden en positivo para que el niño sepa cual es el comportamiento adecuado.
  • Evitar la regañina crónica.
  • Ser modelos de ese comportamiento que le pedimos.
  • Pedir que nos repita el mensaje para saber que está claro.
  • No iniciar otra actividad hasta que se haya cumplido la orden.

Cuando las cosas se complican: 

Los conflictos forman parte de la convivencia, lo importante no es evitarlos, huir o pedir ayuda para que otro nos los resuelva, sino aprender a gestionarlos de una forma adecuada, positiva y que nos permita mantener las relaciones.

  • No responder al niño con gritos o insultos.
  • Reflejar tranquilamente lo que está pasando.
  • Expresar nuestros sentimientos.
  • Ofrecer una alternativa de conducta adecuada.
  • Informar de las consecuencias de sus actos.
  • Darle tiempo para la corrección.
  • Retomar el contacto.
  • Reforzar lo positivo y la escucha.
  • Recordar la norma o instrucción.

El consenso entre los padres: 

En ocasiones puede que la actuación de nuestra pareja no nos resulte adecuada, o correcta, si es así:

  • no intervenir y dejar que la pareja solucione el problema o termine la situación; después hablamos.
  • Retirarse de la situación y hablar cuando el niño no esté presente.
  • Describir la situación en la que no estamos de acuerdo.
  • Escuchar sus razones y expresar nuestras opiniones.
  • Buscar un consenso.

 

 

Antonio Marazuela Llorente.

Disciplina

DISCIPLINA

Proceso por el cual el niño aprende maneras de abordar los sentimientos, de interactuar con los demás y de asimilar normas internas y autodirigidas de lo que es bueno o malo.

Con frecuencia el primer paso en la disciplina de los niños muy pequeños es determinar la necesidad y la razón que hay detrás del comportamiento. Es un proceso largo y complejo y que consume mucho tiempo. La recompensa beneficia a la persona a la familia y por último a la sociedad.

RETOS Y DILEMAS DE LA DISCIPLINA:

1.- OFRECER COHERENCIA Y FLEXIBILIDAD. 

Ser coherentes en la disciplina impartida por ambos padres. A la vez ser flexibles, con capacidad para suspender una norma temporalmente por razones de contexto, situacionales, sociales o afectivas. ( horario, orden, comida, TV…)

Error: Incoherencia entre lo que pensamos, sentimos y hacemos. Incoherencia entre los padres o rigidez en las normas.

2.- EXPRESAR SENTIMIENTOS POSITIVOS Y NEGATIVOS:

Es necesario distinguir entre cariño, afecto, ser receptivo y amable para con el niño y expresar firmeza, emociones negativas o reprobación. El sentimiento es incondicional. El comportamiento es modificable, regulable. No te quiero por lo que haces, te quiero por lo que eres.

Error: No expresar sentimientos negativos por miedo al rechazo, al trauma o a la reacción del niño.(No le regañes, no le digas eso, evítale el sufrimiento, no llores más…)

3.- DISTINGUIR ENTRE SENTIMIENTOS Y CONDUCTAS:

La conducta tiene unas consecuencias. Es necesario dar a conocer cuales son, tanto personales como para los demás.

Error: No expresar las consecuencias de la conducta del niño en los demás o en sí mismo. Se debe indicar que se le elogia por una conducta y que se recrimina por una conducta ya que tiene unas consecuencias.

4.- ACEPTAR RESULTADOS DESIGUALES: 

Una estrategia puede funcionar un día y otro no. Se necesita paciencia y buscar alternativas. Paciencia para que se instaure una conducta y alternativa si vemos que esa técnica no funciona.

Error: no ser constantes, impacientes o rígidos.

RAZONES PARA LA DISCIPLINA:

Objetivos básicos: 

1.- Desarrollo de una relación cariñosa y confiada.

2.- Desarrollo de la autoestima.

3.- Modelado de la comprensión y respeto hacia los demás.

  • Establecimiento de límites: 

Claros, sencillos, posibles, ser coherentes al forzar su cumplimiento  y emplear elogios para recompensar los intentos del niño por mantener su conducta dentro de estos límites.

  • Desarrollar aptitudes sociales: 

La socialización es el proceso mediante el cual el niño se hace consciente de los valores y las expectativas de su familia, su escuela, barrio y su cultura y los acepta.

Es posible que se den incompatibilidades entre los valores familiares y los valores aceptados o imperantes en la sociedad (formas de vestir, de hablar, consumo de sustancias) Valores morales de la familia pueden chocar con los sociales.(el aborto, divorcio, sexualidad). Las relaciones de poder y autoridad desempeñan un papel importante en la socialización, ésta debe buscar la autonomía e independencia de la persona.

  • Fomentar la resolución de problemas y conflictos: 

La disciplina positiva se caracteriza por la explicación y la dirección sí como por la planificación meditada y la conducción racional de actos de disciplina. Orientar hacia un comportamiento adecuado ayudándoles a encontrar soluciones  los problemas que se les plantean. No le resuelvas los problemas, enséñale, modela las soluciones.

Cómo resolver un problema:

1.- Definir el problema. Cúal, dónde, cómo , con quién.

2.- Expresar sentimientos, pensamientos.

3.- Buscar alternativas.

4.- Consecuencias de esas alternativas, para uno mismo, para otros.

5.- Elegir una alternativa.

6.- Ponerla en práctica.

7.- Evaluarla.

  • Enseñar las consecuencias de la conducta: 

Son las conductas lo que queremos modificar, premiar o castigar. El niño ha de saber lo que se le está premiando.

  • Fomentar la responsabilidad y la equidad: 

La disciplina incluye la prevención de la agresividad, la irresponsabilidad, el desarrollo de la sociabilidad y el sentido de la equidad en los niños. Los niños que pueden admitir estar equivocados, los que no son resentidos después de una crítica, frustración, aceptando su responsabilidad, serán más capaces de reunirse con sus amigos con un estado mental sano y positivo, lo que les permite una vida social mejor para todos.

 

Antonio Marazuela.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Carta de un hijo

“CARTA DE UN HIJO A TODOS LOS PADRES DEL MUNDO”

No me grites
Te respeto menos cuando lo haces. Y me enseñas a gritar a mí también y yo no quiero hacerlo.

Trátame con amabilidad y cordialidad igual que a tus amigos
Que seamos familia, no significa que no podamos ser amigos.

Si hago algo malo, no me preguntes por qué lo hice
A veces, ni yo mismo lo sé.

No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por ti (aunque sea para sacarte de un apuro). Haces que pierda la fe en lo que dices y me siento mal.

Cuando te equivoques en algo, admítelo
Mejorará mi opinión de ti y me enseñarás a admitir también mis errores.

No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos
Si me haces parecer mejor que los demás, alguien va a sufrir (y si me haces parecer peor, seré yo quién sufra).

Déjame valerme por mí mismo
Si tú lo haces todo por mí, yo no podré aprender.

No me des siempre órdenes
Si en vez de ordenarme hacer algo, me lo pidieras, lo haría más rápido y más a gusto.

No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer
Decide y mantén esa posición.

Cumple las promesas, buenas o malas
Si me prometes un premio, dámelo, pero también si es un castigo.

Trata de comprenderme y ayudarme
Cuando te cuente un problema no me digas: “eso no tiene importancia…” porque para mí sí la tiene.

No me digas que haga algo que tú no haces
Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no me lo digas. Pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.

No me des todo lo que te pido
A veces, sólo pido para ver cuánto puedo recibir.

Quiéreme y dímelo
A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo.
Anónimo